viernes, 12 de marzo de 2010

La lluvia que no cesa

Te fuiste con el mismo frio de montaña que llegaste
como si de pronto la primavera no quisiera entrar a conocernos
e intentara bloquear las flores blancas de los almendros que
un día recorrimos entre sueños en la Sierra de la Estrella.

El azar consiguió hacerme entender que existen algunos
detalles que es mejor dejarlos para otras épocas en que el vino y
tu sonrisa me hubieran permitido actuar de forma diferente.

Despues de todo, hoy me he levantado con alguna que otra
contractura de caracter leve en el alma, con la sensación de
haber vivido menos de lo que hubiera querido y con una
impotencia generalizada que ha paralizado alguno de mis sentidos.
Por suerte, nada que no cure un buen café.

Sin embargo, esta maldita lluvia que no cesa se encargará de
desdibujar tu figura en mi retina, ribetear el tiempo como si de
un papel mojado se tratara de forma que no distinga si tus
abrazos fueron antes o despues de aquel invierno que parecía,
por desgracia, no tener fin.

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