martes, 9 de septiembre de 2008

Madrugada de un domingo cualquiera

Miro a la cama y la encuentro sola

recuerda todavia la silueta de tu cuerpo

que al igual que yo no puede olvidar


Trazos de tu aroma se quedan entre el fino algodon

¿Como puede un ser inerte retenerte

cuando yo no pude?


Quizas un nuevo amanecer luzca algo distinto

mientras que yo me amarro al aire pesado y humedo

de una habitación que ahora se torna grande y vacia

Acaricio mi guitarra con los ojos cerrados

soñando que la madera no es tal

y que su sonido es tu voz en la mañana

Supuse tantas cosas que luego no te dije

Callé otras muchas que ahora me arrepiento

Soñé que te perdía y ahora no despierto

1 comentario:

Anónimo dijo...

precioso